Las portadas, una historia que contar

Discos sobre portadas, o en los que las portadas tienen mucho protagonismo:

  • 1001 discos que hay que escuchar antes de morir, de Robert Dimery. Ed. Grijalbo.
  • 1000 Record Covers, de Michael Ochs. Ed. Taschen.
  • 12’’ Sleeves Disco Graphics, de Toni Rubio. Ed. Actar
  • Colección “Los 100 discos más vendidos de los…”, de la editorial Libsa.
  • Los 200 mejores discos del siglo XX por Rockdelux.
  • Los 100 mejores discos españoles del siglo XX por Rockdelux.

Página de la exposición Vibraciones prohibidas del Centro Gallego de Arte Contemporánea.

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Portadas abiertamente eróticas: la famosísima Electric Ladyland de The Jimi Hendrix Experience (muy a tono con la fama de “ninfómano” que tiene), con esas decenas de mujeres “naturalmente” desnudas; la muchacha ataviada sólo con nata montada en el Whipped cream and other delights de Herb Albert’s Tijuana Brass; las cientos de mujeres en cueros montadas en bicicleta del interior de Queen Jazz; las minibragas del elepé de debut de Jorge Santana; el rasgado de camiseta del primer álbum de Love and Kisses; el tremendo Music for orgies de The Cash Maker Orchestra; o la pomposa fémina a caballo de su segundo álbum, How much, how much I love you; la fémina “sólo” ataviada en tacones del Pressure drop de Robert Palmer; el extraño chicle que sale del pecho de la dama “descocada” en el Lovedrive de Scorpions, que un caballero recoge impasible; el contraluz subliminal del Do you wanna get funky with me de Peter Brown; el apenas perceptible pezón del Invitations de Shakatak; los pechos rotundos de In the can de Flash; las indisimuladas cargas de erotismo de las portadas de Ohio Player, en especial la doble interior de Honey, con una mujer desnuda y embadurnada de miel chorreando por todo su cuerpo; las sugerentes transparencias de Candy de The Cars; la torera en cueros del Borderline de Ry Cooder; el burdo montaje del Sexuality de Sebastien Tellier; el vello púbico que se asoma tras un tanga con la bandera estadounidense del Amorica de The Black Crowes; y tantas otras. De otros desnudos hablamos en la contundencia en paños menores de She Wants Revenge o del primer álbum de los propios Revenge (del más famoso bajo del indie, Peter Hook); la bailarina española semidesnuda del Surfer Rosa de Pixies; el reivindicativo The haunted man de Bat for Lashes; el famosísimo beso lésbico del primer álbum de Suede; el sugerente Dying to say this to you de The Sounds; el perturbador guante encuerado sobre unas nalgas femeninas del Is this it de The Strokes o todo el universo brillantemente sórdido que acompaña al This is hardcore de Pulp.

Las cuarenta y cinco portadas más sexys de la historia del rock en Timeout.

Portadas en las que se vende la sexualidad del propio artista: la hijísima de Sinatra apareciera en bikini en la portada de su Sugar está en la misma línea que los insinuantes repliegues del vestido de Linda Ronstadt en su Hasten down the wind rar (con misterioso jinete al fondo incluido). Pero lo mismo hicieron buena parte de los grandes nombres femeninos de la época y posteriores, y así podemos ver a Donna Summer vestida de camarera en She work hard for her money; Pat Benatar “bailarina” en Crimes of passion; las poses de Diana Ross, como la de su álbum debut de 1980; u Olivia Newton John, sobre todo su Physical; la media nalga del Playing possum de Carly Simon; o la celebérrima portada de Grace Jones en Island Life, tal y como si fuera una estatua de ébano. Ni siquiera la Streisand se ha librado de este fenómeno, y apareció ataviada de cheerleader en la portada de su Superman. Y esta “tradición” ha continuado hasta nuestros días, y no se ha librado de ello ni la música indie. Desde las etéreas damas del pop más suave, como Autour de Lucie, Francoiz Breut, el famoso pezón de Carla Bruni o el escote de Marlango; hasta las insinuaciones poco veladas de Emilie Simon, Helena Noguerra o el Supernature de Goldfrapp; pasando por el desnudo disimulado de Sade en Love de luxe, llegando a la portada en bikini de Ladytron en su álbum de versiones Softcore Jukebox, cumbre del exhibicionismo de portada, o a la de Masseduction de St. Vicent; y no queremos dejar de recordar la contundente portada del Buen Ser-Vicio de Desechables, en la que aparecía Tere González desnuda, para solaz de sus fans. Ni incluso el rap, y menos aún el hispano, se libra de la propia carne expuesta, personificada en aquel Alevosía de la Mala Rodríguez, que explora la generosidad de pechos de la cantante.

Cuadros famosos en carátulas de discos: el Pulver rising de Judi Polver, con nada menos que El nacimiento de Venus de Botticelli; o el más reciente (y controvertido) Viva la vida de Coldplay, donde aparecía La Libertad guiando al pueblo de Delacroix; El jardín de las delicias en el tercer álbum de Deep Purple (en blanco y negro, por cierto); o el Pechos con flores rojas de Gauguin que ilustra el disco Objects of desire de Michael Franks.

Portadas con obras de artistas: el Hormone Hotel de Bandit Queen, con una de las famosas fotos que de Frida Kahlo hizo Nickolas Muray (y que ilustraron un número de la Vogue México). Ejemplos de portadas artísticas las hay a cientos, afortunadamente, pero consignaremos aquí sólo algunas, como muestras imperecederas, como el Oil on canvas (con un cuadro de Frank Auerbach) de Japan; el Trapped and Wrapped de Friends Again; el Tabula rasa de Einstürzende Neubauten; el Crush de Orchestral Manoeuvres in the Dark; todos los pequeños tesoros futuristas de las portadas de Kraftwerk, los dramáticos escenarios de los discos de Antony and the Johnsons; el Bloodsports de Suede, las oníricas y dalinianas portadas de Talk Talk; el impactante Simple pleasure de Tindersticks; o las crípticas y simplistas portadas de Alva Noto.

Calidad fotográfica en las portadas: desde aquella lejana y melancólica Raintown de Deacon Blue; o las impactantes dos primeras portadas de The Auteurs de sus dos primeros discos (¿se puede ser más ambicioso?), con ese inquietante retrato de un hombre vestido a la turca, y sobre todo ese niño maltratado pero vestido de fiesta (¿de circo?) de su Now I’m a cowboy, fotografiado por Stefan De Batselier. Cómo no el Surfer Rosa de Pixies ya mencionada; el niño en las escaleras de su casa, al estilo de The Laughing Dogs, del single “Native Land” de Everything But the Girl (donde colaboró Johnny Marr, cosas veredes); la “foto de época” del Land de Love not Money; la Dulce Pontes embadurnada de barro azul de O primeiro canto; o una Cassandra Wilson saliendo medio desnuda del mar en su New Moon Daughter; la pasmosa foto de un niño emigrante del Searching for the Young Soul Rebels de Dexy’s Midnight Runners; similar a la no menos pasmosa Pacific Street de The Pale Fountains y su guerrillero con tres ristras de balas sobre su elegante abrigo; emparentadas ambas con esa estampa de los miembros de Madredeus escapando de no se sabe qué e invocando a O espirito da paz. Viajando de un lugar a otro del mundo, de uno a otro estilo, la fotografía ha sido dueña y señora de las portadas de muchos discos cuya fuerza es incuestionable. Incluso hoy día, con estampas como el Aventine de Agnes Obel, el Mimikry de ANBB o el Still smiling de Teho Teardo & Blixa Bagel. Y sin olvidar el trabajo constante del “fotógrafo del rock”, Anton Corbijn, que no desarrollamos por ser inabarcable.

Portadas con fotos del artista en solitario: siempre es mejor mirar directo a la cámara, sin artificio, como hizo James Taylor en Sweet Baby James, o Midge Ure The gift, o Pete Townshend en All the best cowboys have chinese eyes, o Matt Johnson (es decir, The The) en Mind Bomb, o Peter Gabriel en So. A los tipos tranquilos, como Josh Rouse (The happiness waltz), Lloyd Cole (solo o con The Commotions, como en Mainstream), Roddy Frame (hace poco en Seven Dials), Edwyn Collins (en su ya archifamoso Gorgeous George), Martin Stephenson (como en su Gladsome, Humour & Blue, aunque sea de perfil), Nick Hayward (como su North of a miracle) y tantos otros les suele quedar muy bien. Sin embargo, a veces es mejor posar, de forma más o menos rebuscada, pero sin que se note demasiado, como Patti Smith en Horses, Terence Trent d’Arby en Introducing the Hardline, Neil Hannon de The Divine Comedy en Casanova, Nick Cave en The Boatman’s Call, Siouxsie en Mantaray o Sylvian en A victim of the stars.

Portadas con fotos de grupo: Desde muchas de Simple Minds, pero especialmente Once upon a time; las sempiternas de Echo & the Bunnymen, verdaderos especialistas, retratados en lugares siempre solitarios y apartados, como grutas o paisajes nevados; The Police, que no tienen elepé de estudio en el que no aparezcan debidamente retratados (salvo Ghost in the machine, si la memoria no me falla); Everything but the Girl en todo tipo de atuendos, según avanzaba el tiempo; B-52’s, buscando cómo parecer más divertidos cada vez; The Style Council, pues siendo Paul Weller su frontman qué cabría esperar, y que tiene en Our Favorite Shop quizá su ejemplo más excéntrico; Soft Cell creando su vodevil permanente; Gun, buscando el mejor escenario para parecer más duros si cabe; qué decir de U2, cuyos discos parecen álbumes de familia, con todo tipo de posados; The Verve, ya sea en el parque con perro o estratégicamente colocados para la instantánea; The Waterboys, con su ya mítica portada de The Fisherman’s Blues; The White Stripes, con sus famosos juegos con el color rojo; Tindersticks, sobre todo en su segundo álbum y su deliciosa visita al sastre (un buen amigo digo que siempre iban como un pincel); Kings of Convenience languideciendo en algún rincón; y tantos y tantos otros. Y no me estoy metiendo con otros géneros musicales (ni siquiera con los electrónicos, es decir, ni siquiera Kraftwerk o sus alter egos robots), ni con grupos españoles (es decir, ni Alaska, Pegamoides, Dinarama o Fangoria); salir en la portada de sus discos ha sido el deporte favorito de los grupos, en todas las épocas y en todas las circunstancias. Así que sírvase el estigmatizado de turno en ampliar esa enorme lista. Y como última aportación, vayan algunas de parejas, y sólo relativamente modernas, como Tuck and Patti, Dean & Britta, Isobel Campbell y Mark Lanegan, P.J. Harvey y John Parish, y un hermoso y florido etcétera.

La historia de Viv Nicholson en La Vanguardia: “Gastar, gastar, gastar”.

Portadas con arquitectura: En los ochenta hay grandes ejemplos de ello, como el Architecture & Morality de OMD, el Some great reward de Depeche Mode y el Working with Fire and Steel de China Crisis; en una continua tradición que ha llegado hasta nuestros días, con ejemplos como The Back Room de Editors, el Installation sonore de Rinôçérôse y tantos otros.

Portadas con paisajes: desde Simple Minds en su Life in a day a Mike Oldfield en su Five miles out. Ya sean urbanos (el Raintown de Deacon Blue o el Standing in the shoulder of giants de Oasis), naturales (el New Adventures in Hi-Fi de R.E.M., el A blues for Buddha de The Silencers, el Aerial de Kate Bush o el Diesel and Dust de Midnight Oil) o imaginarios (para ello recúrrase a las portadas de Yes, Asia, DIO y tantos otros).

Humor en portadas: el Sold out de The Who, con esas supuestas poses publicitarias de Daltrey y Townshend; o los Mamas & The Papas metidos en una bañera en su If you can believe your eyes and ears; aunque hay ejemplos mucho más tempranos, como Fats Domino en su This is Fats, caricaturizado tocando un piano de cómic; y mucho más tardías, como el famoso bostezo de Neils Tennant en el Actually de Pet Shop Boys, en contraste con el siempre serio semblante de Chris Lowe. O qué decir de esa parodia del famoso cuadro de Renoir Le Déjeuner sur l’herbe, versionado por Bow Bow Bow en su álbum de larguísimo nombre See Jungle! See Jungle! Go Join Your Gang, Yeah, City All Over! Go Ape Crazy!, cómo no jugando, como siempre, con la sensualidad exótica de Annabella Lwin, desnuda en el picnic. En el suelo patrio también hay muchos ejemplos, pero me quedo, como pincelada, con La rebelión de los hombres rana de El último de la fila y esa peculiar recreación de La anunciación de Fra Angelico con buzo incluido. Y no exactamente con humor, pero sí con expresión del desenfado propio de algunos grupos, recordemos las portadas de Haircut One Hundred y otros grupos como Devo, Madness, Gruppo Sportivo, Les Negresses Vertes o Deee Lite (en la memoria su inenarrable World Clique). U otras cosas inclasificables, como Kid Creole & The Coconuts y su recreación de los mafiosos caribeños (¡esos pantalones por debajo de la axila!); y su especie de alter ego indescriptible que es el Señor Coconut, personaje creado por Uwe Schmidt, el compositor alemán más estrambótico y creador de las versiones “caribeñas” más increíbles del orbe. Y para cerrar el círculo, recomiendo echar la vista atrás para contemplar esa muestra maravillosa del photoshopeo más cutre e hilarante que haya habido en la historia de las portadas, la de Rum, Sodomy, and the Lash de The Pogues, con esa Balsa de la medusa de Géricault en la que, más que parecer un naufragio, pareciera el resultado de una farra interminable, lo que casa a la perfección con esos benditos locos anglo irlandeses, creadores del “folk punk”.

Post de Por la boca muere el pez, de Javier Armentia, donde explica qué representa la portada del Unknown Pleasures de Joy Division: las gráficas de seguimiento del avistamiento del primer pulsar, el CP 1919.

Portadas con cómics: En los setenta y ochenta era en cualquier caso muy habitual en grupos de cualquier calaña, desde Genesis (Nursery cryme), King Crimson (y su famosísimo In the court of the Crimson), Asia o Yes (quienes compartían diseñador, Roger Dean, que alcanzó una enorme fama en la época); sin olvidar las hermosas y archicopiadas portadas de The Beat, las perturbadoras carátulas de The The (cómo no recordar su Soul Mining o Infected), el Dance to the Holy Man The Silencers, algunos maxisingles de Depeche Mode (en especial el Shake the Disease), el Knife de Aztec Camera, el explícito Songs about fucking de Big Black (con su imagen femenina en pleno acto sexual); o cómo no el Welcome to the pleasuredome de Frankie Goes to Hollywood, con toda su leyenda de hermosa impostura a cuestas. La tradición, lógicamente, ha seguido hasta nuestros días, por lo que citaremos como muestras el The forgotten arm de Aimee Mann, el Witching hour de Ladytron o el Blemish de David Sylvian.

Portadas icónicas de los sesenta y setenta: A hard day night, Abbey Road y Sergeant Pepper’s Lonely Hearts de The Beatles; San Quentin de Johnny Cash; el primer disco homónimo, el House of the holy y el Physical Graffiti de Led Zeppelin; el disco de debut de Os mutantes; American Pie de Don McLean; Pearl de Janis Joplin (con esa pinta aniñada que tanta perturbación en la fuerza causó); A love supreme de John Coltrane; Getz/Gilberto de Stan Getz y Joao Gilberto; Marquee Moon de Television; Never mind the bollocks de Sex Pistols; Rock ‘n’ Roll de John Lennon; el primer álbum en solitario de Peter Gabriel; Rumours de Fleetwood Mac; Born to run de Bruce Springsteen; Strange days de The Doors; What’s goin on de Marvin Gaye; Outta Season de Ike & Tina Turner; Hotel California de The Eagles; Small Change de Tom Waits; Crisis! What crisis? y Even in those quietest moments de Supertramp; London Calling de The Clash (la fotografía de portada de Pennie Smith justo en el momento en el que Paul Simonon estampa su bajo contra el suelo es un verdadero icono del rock de todos los tiempos); el álbum de debut de The Ramones; In the city de The Jam; Easter de Patti Smith; en general, la discografía de Bowie; Made in Japan de Deep Purple; y el Transformer de Lou Reed.

Portadas icónicas de los ochenta y noventa: Too-Rye-Ay, con el pordiosero Kevin Rowland de Dexys Midnight Runners; el álbum debut de Violent Femmes; y el de Visage; In no sense? Nonsense de Art of Noise; Rio de Duran Duran; Naked de Talking Head; Parklife de Blur; Beauty Star y The Lexicon of Love de ABC; Parade de Spandau Ballet; Parallel Lines de Blondie; Learning to crawl de The Pretenders; Big Science de Laurie Anderson; New Gold Dream de Simple Minds; Think de Eurythmics; Touch de Peter Gabriel; Nevermind de Nirvana; A broken Frame de Depeche Mode; tantas y tantas de Echo & the Bunnymen; Peter Murphy y su escorzo en Deep; Pacific Street de The Pale Fountains; The Nightfly de Donald Fagen; Faith de George Michael; en general las portadas de Björk; No need to argue de The Cranberries; las más célebres de U2, pero en especial Achtung baby!; Definitely Maybe de Oasis; Rattlesnakes de Lloyd Cole; Steve McQueen de Prefab Sprout (como ya sabéis, culpable del título de este libro); 16 Lovers Lane de The Go-Betweens; The boatman’s call de Nick Cave; Hats de The Blue Nile; Mezzanine de Massive Attack; Human Being de Seal; Rain Dogs de Tom Waits; Trade Mark de Shack; Days Like These de Van Morrison; Nowhere de Ride; Loveless de My Bloody Valentine; y Common People de Pulp.

Portadas icónicas de los dos mil, Into the clear de Ivy; Statues de Moloko; Push the Sky Away de Nick Cave; Med sud i eyrum vid spilum endalaust de Sigur Ros; Naturaliste de The Lucksmiths; en general las de Tindersticks, las ya mencionadas y Curtains; Has been de William Shatner; Ladies & Gentlemen, We are floating into space de Spiritualized (con esa “caja de píldoras” y prospecto de la edición especial tan bien traídos); Tiger Bay de Saint Etienne (ese homenaje a la Bianca de Léolo); el disco debut de The Libertines (con esa foto tomada cuando Doherty fue liberado de la cárcel); Beautiful freak de Eels; Maximum Balloon de David Sitek; Frank de Amy Winehouse; y En garde de Puzzle Muteson.

Portadas icónicas españolas: la “cessepeada” del disco debut de Golpes Bajos; El acto de Parálisis Permanente (y los suspiros que siempre nos ocasionó Ana Curra, pero más en ésta); el disco debut de Ilegales (con ese personaje jugando a la ruleta rusa); la mítica Grandes éxitos de Alaska y los Pegamoides; Cuándo se come aquí de Siniestro Total; Margot de Malevaje; Programa en espiral de Aviador Dro; Deseo carnal y A quién le importa de Alaska y Dinarama; El ángel exterminador de Carlos Berlanga; Las golondrinas etc. de Josele Santiago; Mi fracaso personal de Astrud; Vidania de La Buena Vida; Popemas de Nosoträsh; Una semana en el motor de un autobús de Los Planetas; Entresemana de Le Mans; y Foreign Land de Christina Rosenvinge.

Página oficial de Mingering Mike.
Página en Tumblr.com de Alfra Martini, donde pueden verse cientos de famosas portadas de la historia del rock protagonizadas por gatos.